lunes, 15 de enero de 2007

Recepción sangrienta

- Sí, el nombre del artículo parece sacado de una película de terror de serie B, ¿verdad? Pues no, como todo lo que relato está basado en hechos reales... Nos remontamos en este caso a mi época de colegial, concretamente a nuestro viaje de "intercambio cultural" de octavo. Lo de "intercambio" es un decir, porque estuve dos semanas viviendo con una familia en Maguncia (en alemán "Mainz", que no suena tan horripilante) y aquí... ¿vosotros les habéis visto? Pues yo tampoco. Vamos, que fueron dos semanas de gorroneo... que no "de gonorrea", menos mal, jeje... en esas tiernas edades era difícil, las cosas como son. Bien, vamos al caso. Resulta que la ciudad de Maguncia casualmente está hermanada con la de Valencia, con lo que la alcaldía de la ciudad nos dispensó una calurosa bienvenida a los alumnos del Colegio Alemán de Valencia... con un discursito del alcalde, fotillos para la prensa local y demás parafernalia incluída... Bien, pues nos sentaron a todos en fila india y nos dieron de beber... pues oye, lo más típico que te pueden dar en Alemania siendo valenciano... un zumo de naranja ponzoñoso. ¿A quién se le ocurre? En fin, no es esa la anécdota, claro. Resulta que acabé de beber el zumo casi en el mismo momento que mi mejor amigo, al cual tenía sentado justo a mi izquierda. Como solamente había asientos y ninguna mesa ni elemento de mobiliario que se le pareciera... pues estábamos ambos con un vaso vacío en la mano como gilipollas. Entonces él debió ver una milésima de segundo antes que yo la solución a todos nuestros problemas: un cenicero. Se dispuso a colocar el vaso (de cristal, claro está) encima del mismo, con lo que yo me quedé con las ganas de ocupar ese espacio vital con mi vasito... pero no me di por vencido. Coloqué mi vaso n un posición bastante acrobática encima del suyo, pero el de debajo se venció e hizo caer el mio. En un acto reflejo intenté cogerlo, pero mientras tanto ya había golpeado con el borde del cenicero, partiéndose en varios trozos. Sí, lo cogí... pero porque se me quedó incrustado un cacho en la parte interior de mi dedo meñique. Pues eso, ante el pleno del ayuntamiento, con todos los compañeros mirando, los profesores extrañados por mi grito... empecé a sangrar de lo lindo y a enguarrar el salón de actos mi ¡¡¡¡sangre aria!!!! Ups, se me ha escapado... mi genética germana, jeje. Aaaay, qué asquito que me da el rojo elemento... y lo mal que debí quedar berreando por ahí y estropeando el acto al alcalde.I feel sorry for that. Es war wirklich keine Absicht, Herr Bürgermeister... das können Sie mir glauben. Puede que no sea una historia brillante, pero desde luego se me ha quedado marcada a fuego en la mente. Y aún hoy conservo mi cicatriz que quedó como testigo mudo de mi única aparición en un salón de actos de un importante ayuntamiento. Nunca más fui invitado. ¡¡Chivatos!!

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