miércoles, 20 de diciembre de 2006

Das Herrenklo auf der Uni...

- Estaba yo un día en el aulario de la Facultad de Derecho del Campus de Tarongers (València), cosa ya de por sí bastante peculiar dada mi poca propensión (= dícese de una plataforma que aboga por un aumento considerable de las ayudas gubernamentales), jeje, cuando mi vejiga me hizo gestos inequívocos de que la cervecita fresca ingerida momentos antes en la cafetería debía ser expulsada cual "gran hermano" soso de la casa, de modo que dirigí mis pasos (cada vez más rápidos y cortos dadas las urgencias) hacia uno de los múltiples cuartos de baño que se hallan repartidos por todos los pisos del edificio. Hay que decir para una mejor comprensión de la historia narrada que los urinarios masculinos universitarios no destacan precisamente por la "privacidad", pues el "recipiente" hacia el cual hay que apuntar está flanqueado por otros dos de igual tamaño y función, con lo que el que quiera ejercer de voyeur homosexual puede pasar unos buenos ratos importantes en este lugar. Y que conste que no es por dar ideas... Bien. Una vez elegido el objetivo me dispuse a expulsar el mal de mis adentros y cuando ya estaba a punto de finalizar tan delicada tarea entró otro universitario (o no, vete a saber) con unas necesidades parecidas a la que me habían llevado a mí a ese sitio poco tiempo antes. Se colocó a mi lado y empezó con su proceso de micción. Yo ya había terminado, pero faltaba el siempre complicado tema de "la última gotita", con lo que tenía que hacer unos movimientos pélvicos para darle el toque final a mi meadita. Y entonces fue cuando recordé aquella divertida frase que decía eso de "saxártela más de 5 veces es hacerte una paja", con lo que me entró la risa dando la puñetera casualidad de que me pilló girado hacia el tio (desconocido para mí, por supuesto)... si hubiérais visto la velocidad a la que una persona se puede poner colorada... es que ni con un litro de kalimotxo, oye... fue instantáneo. Yo no sé el tamaño de su miembro viril ni me importa lo más mínimo, pero el pobre hombre debió pensar que me estaba burlando de él, porque solamente apartó la mirada avegonzado y se quedó mirando fijamente la pared mientras yo salía (aún riéndome por todo lo alto) del cuarto de baño. Pobrecito, ¿no? Si llega a saber lo que realmente me ocurrió para tener ese pequeño ataque de risa... pero no, evidentemente no se lo dije. Es lógico, ¿no? No le voy a decir a un tio al que no he visto en mi vida "no, tio, si no me río de tu polla... es porque me acabo de acordar de una cosa"... Vamos, que así se quedaron las cosas. Estas cosas ocurren, jeje.

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