lunes, 7 de mayo de 2007

Un problemilla de "altos vuelos"

Correría el año 1987 o así... por lo que yo debía rondar los 11 o 12 añitos de existencia... cuando me fui a realizar una visita a mi padre, que por aquel entonces trabajaba en la empresa Ford España y estaba destinado una temporada en Alemania, concretamente en la factoría de Köln-Niehl. Este viaje lo realicé junto a mi madre y dos o tres (no recuerdo bien el número exacto) ejecutivos de la misma empresa, entre ellos el jefe directo de mi padre, en una avioneta privada de Ford. El trayecto era un tanto peculiar, pues haríamos una escala en el por aquel entonces enano aeropuerto de London-Stansted (el que lo conozca hoy en día sin haberlo visto dos décadas atrás no se imagina el aeródromo que era, je) para proseguir el vuelo rumbo a Köln-Bonn tras haber dejado a dos ocupantes en la primera destinación. Pues bien... mi madre, experta conocedora de la singular propensión de su único vástago, "uséase" yo mismo, a marearse en los aviones, me dijo durante el viaje una y otra vez que la avisara si me encontraba mal. Claro, una avioneta de esta clase, una de esas con hélices... pues como que se mueve bastante, las cosas como son... y yo, que por aquel entonces no era de piedra... ahora sí, que conste, jeje... tengo de piedra todo, todito, jeje... bueno, menos el corazón, que ya os he dicho en muchas ocasiones que es de metal. Bueno, pues eso, que entre que el avión se movía y mi madre que me mareaba más aún que el propio aeroplano... buf, buf... me hizo una reacción chunga y no me dio tiempo ni a avisar a nadie, jeje... le eché encima al señor que tenía sentado delante (casualmente el jefe de mi padre del que os hablaba) hasta mi primera papilla ante la horrorizada mirada de mi madre... yo creo que pensaba que se iba a tener que poner a fregar casas para pagar la hipoteca, jeje... no llegó la sangre al río y el señor dijo benevolentemente que no pasaba nada, pero creí detectar cierta sonrisa falsa en plan "me cago en tu puta madre, enano cabrón" cuando me lo decía... en fin, cosas que suceden. Moraleja: nunca le recordéis a alguien que se puede marear, porque lo único que vais a conseguir es que de verdad se maree... y será peor.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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