Aunque hacía una ligera brisa marina nos salió un día maravilloso aquella tarde (es que los excesos de la noche anterior hicieron que nos levantáramos pasadas las 14 horas, je) para pasear cogidos de la mano por la orilla de la playa en Coney Island... lo malo es que no éramos gays, con lo que lo dejamos en un paseo sin romanticismo ni nada... simplemente observando a los pescadores lanzando el anzuelo al Océano Atlántico, a los parados vagueando en el paseo marítimo y a un sinfín de ciclistas y patinadores recorriendo el amplio paseo marítimo de madera que recorre esta zona que, en los meses de verano, se convierte en un uno de los puntos predilectos para los que viven o visitan la ciudad de Nueva York. Eso sí, el recorrido en metro desde Manhattan pasa de los tres cuartos de hora... así que: paciencia, que a la larga se llega. (May 2007)
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