lunes, 2 de abril de 2007

Que casi me ahogo, ché...

¡Aaaah, qué experiencia más chunga la de este mediodía en la oficina! Os cuento, os cuento... a ver... uno, dos... hum... tres a lo sumo, jeje. No, va, que os cuento "lo sucedido". Resulta que estoy un pelín constipado, con lo que el tema de respirar por las fosas nasales lo tengo un poco chunguillo, motivo principal del sustito que me he llevado. Una compañera de la oficina me trajo el otro día unos huevos de Pascua... de esos de nougat que están tan sumamente ricos, ¿sabéis? Bueno, en Alemania son típicos y hay unas cuantas marcas que se salen. Total, que como soy un afanoso de mucho cuidado me he metido uno entero en la boca (y son de un tamaño considerable), con lo que, al partirlo con los dientes y conseguir que se virtiera todo su contenido semi-líquido en mi paladar, se ve que me ha taponado no solamente mi esófago, sino que también me ha debido hacer ventosa en todos los conductos que llevan desde la boca hacia el interior de mi cuerpo. ¡Mal rolloooo! Como en esos momentos no había nadie (o casi nadie) por los alrededores ni se han percatado de la situación... y menos mal, porque mis compañer@s no son demasiado agraciad@s, con lo que prefiero que no tenga que venir nadie a hacerme el "boca a boca", jeje... Bueno, hay una que le dejaría que me hiciera de todo, de todo, jeje... pero ese es otro tema. Seguro que me viene Stephan con la mala suerte que tengo y no es plan. Bueno, pues es, que después de cuatro toses, dos lagrimillas de agobio y unos instantes más difíciles de digerir que la propia chocolatina de las narices, al final me he zafado del opresor y he vuelto a respirar. Pero qué mal, ¿eh? Buf, recordadme que no me muera ahogado. He visto pasar toda mi vida por delante... y, joder, qué poco interesante que ha sido, me cago en la leche... creo que habrá que ser más activo para que, cuando de verdad llegue la hora de verla pasar en diapositivas por delante te sientas más como en un película de acción que no en una de las de las sesiones de Antena 3 un martes a la sobremesa, jejeje. ¡Mala hierba nunca muere! Que lo sepáis.

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