¿Cuánta gente se dedica a hacer el payaso con las estatuas que pueblan nuestros pueblos y ciudades? Yo soy el primero al que le encanta el deporte no olímpico de "imitación de estatuas". No llego al nivel que muestra mi amigo Óscar, maestro de maestros en la materia, ni lo pretendo, pero lo cierto es que hacer gamberradas con el mobiliario urbano para luego captar instantáneas como esta de mis amigos en pleno barrio del Carmen valenciano es algo que motiva y no puede ser considerado como kale borroka, ¿verdad que no? Nuestra vena más infantil siempre aflora en momentos de alcoholización nocturna, je. Si es que somos como crios. Y eso es bueno. Creo. ¿O tal vez no? Pasemos de madurar... como dijo el melocotón que se cayó del árbol cuando los melocotones que quedaban colgados de las ramas se reían de él: "Pshé, inmaduros...".
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