miércoles, 31 de enero de 2007

Lamentaciones sin muro...

Aaaay, qué dolor, qué dolor, qué pena... si es que desde pequeñito siempre he sido demasiado inocente... y me pasan las cosas que me pasan por bueno. No tanto por estarlo como por serlo, seamos claros, pero es echar la vista atrás y darme cuenta de que siempre he pecado de ingenuo. Recuerdo cuando a los 10 años le pedí a mis padres para mi cumpleaños "El fuerte de los Clix" y al abrir mi regalo me encontré con una figurita de los citados que era el que representaba al "hombre forzudo del circo"... ahí, con su bigotito y tal... sí, tenía muchos bíceps (concretamente 2), pero no era lo que yo deseaba. Creo que este es uno de los motivos principales por los que un buen día decidí no volver más al peluquero y dejarme el pelo largo. Es que estaba harto de que me tomaran el pelo... Y es que estas cosas van forjando el carácter de una persona.
Otra vez le comenté a un tio mio que me gustaría mucho ir a ver entrenar al València CF (es que el 1.FC Köln y el Elx CF me pillaban un pelín lejos) a sus instalaciones de Paterna, pero está visto que no tenía ni mucho tiempo ni ganas de acompañarme, de modo que me golpeó violentamente en la espinilla y me dijo "pues nada, si lo que quieres es ver estrellitas...". Ni que decir tiene que nunca más hice peticiones de esa índole.
Pero no era solamente en mi vida familiar... no, no, esto también se extendía cual epidemia por otros ámbitos de mi vida. En mi época de benjamín en el equipo de fútbol del pueblo el entrenador me dijo un día que tendría que chupar banquillo... y yo pensé que no sería titular al siguiente "match", pero no, en lugar de eso efectivamente me dijo que sacara la lengua y abrillantase el lugar en el que se iban a sentar él y mis compañeros, pues yo no estaba ni convocado. Triste, ¿eh? Pues esperad, que las desgracias nunca vienen solas, sino en muy buena compañía de otras...
¿En el colegio? Tres cuartos de lo mismo. Era un sinvivir. Y eso que yo en aquella época no me andaba con chiquitas... aunque, bueno, quizás fuera precisamente esa virginidad y la falta de citas la que hacía que fuera el blanco de las burlas de mis compañer@s de clase. Lo que más me preocupaba era que incluso los profesores se apuntaran al carro y me martirizaran durante mi etapa escolar. Eso no es tan normal, ¿verdad? Pues aún recuerdo cuando necesitaba autofinanciarme los libros del colegio y un profesor me dijo que me podía ganar unas perras eliminando los hierbajos de su jardín y limpiando su coche... y él cumplió su palabra, porque me dio una cocker ciega y una caniche con una sola pata y de casi 20 años... Más tarde trabajé aprovechando mi pequeño tamaño en una máquina expendedora de refrescos, pero me echaron pronto de ese trabajo, pues la gente siempre se quejaba de mí diciendo al encargado que no hacía más que "darles la lata". En fin, que sí, que mi vida no ha sid nada fácil, ¿qué queréis que os diga? Ya os contaré más historietas más adelante...

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