martes, 30 de enero de 2007

El abogado del diablo

Puede que para el gran público George W.Bush solamente sea a día de hoy un mal presidente y un genocida... muchos piensan que mintió descabelladamente cuando acusó a Irak de tener en su poder armas de destrucción masiva, potencial para crear armas atómicas y utilizara estos argumentos para iniciar una cruenta guerra que, a los ojos de muchos, era solamente una excusa para potenciar la economía estadounidense y hacerse con el petróleo del estado invadido. Pero no siempre las cosas son lo que parecen... y creo poder decir que sé el motivo por el cual se malinterpretaron sus palabras y sus actos.
Resulta que, en los viejos tiempos, cuando Saddam y él aún jugaban al golf en el club de campo de Bagdad, una tarde George se fue de compras a un bazar de la ciudad y vio que se vendían en una de las tiendecillas que allí había un tipo de mazo bastante grande y con el que se podía golpear en la máquina esa que te ponen en las ferias para comprobar la fuerza de quien emplea la maza... ya sabéis, de esas para impresionar a las chicas cuando os las intentáis ligar. Cuando él fue a pagar, se dio cuenta de que le cobraban un 16 por ciento más de lo que marcaba la etiqueta al ser considerado un artículo de lujo y es por ello que, contrariado, lo comentó en voz alta en la siguiente reunión que hubo del consejo de ministros. Y sus palabras fueron "en Bagdad venden armas de destrucción más I.V.A.". Claro, a raíz de aquel desafortunado comentario se organizó un gran revuelo con las consecuencias que tod@s conocemos... ¿pero es acaso malintencionado este comentario? Yo creo que no... y que el pobre Jorgito es un alma noble y caritativa que se vio envuelta en una situación desagradable sin habérselo siquiera propuesto. ¡Perdonadle, por caridad cristiana!
P.D. Bueno, no, venga, lo retiro (como el parque madrileño...)... la verdad es que no hay discusión posible y no me lo creo ni yo mismo: Bush es rematadamente tonto y malo maloso. Todo el mundo lo ha podido comprobar a lo largo y ancho de sus dos legislaturas. Las cosas son como son. Ni perdón ni caridad ni nada...

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