Hoy me remonto en el tiempo a una de aquellas frasecillas pertenecientes al subgénero de "tierra, trágame". Hace ya muuuuchos años estábamos los colegas celebrando una "despedida de mili" (los más mayores de entre vosotros las recordaréis, porque esto, aunque pueda parecerlo, no era ninguna leyenda urbana, sino una verdad como un templo) y, como solía ser menester en estos casos, acabamos en las instalaciones de un club de alterne. Sí, no miréis con esa cara, que era lo normal, jeje... eso sí, nadie "consumaba", básicamente por falta de liquidez económica, porque ya te habías gastado las "500 pelas" en una triste cerveza cuando en cualquier otro sitio te salía a 150, pero ese es otro tema bien diferente. El caso es que todos trataban de picar al que se iba al servicio militar para subir a las habitaciones con alguna curranta del amor mientras se dejaban manosear por las chicas presentes... alguna palpada de teta siempre caía, ¿eh, campeones? Jaja. Bien, el caso es que uno de los chicos, virgen él (y por muchos años, jaja) para más datos, se ve que no contaba con lo "fresquitas" que eran estas jóvenes y salió despavorido por pleno centro del garito (ojo: que no estábamos solos, claro... había clientela de la "habitual" presente) gritando a pleno pulmón y con una sonrisota de oreja a oreja la mítica frase "M´HAN TOCAT ELS OUETS, M´HAN TOCAT ELS OUETS", a lo que los miembros de su peña pensamos "la madre que lo trajo... el rato que nos está haciendo pasar este tipo". Si es que hay cosas que hay que vivirlas para entenderlas en todo su esplendor, jajaja... el caso es que ha pasado a formar parte de mi memoria histórica y, como tal, merecía ser publicado aquí. O eso creo, jeje...
viernes, 12 de septiembre de 2008
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